13 de febrero de 2014

GRANDES INTÉRPRETES. GRIGORY SOKOLOV.

Grigory Sokolov nace el 18 de abril de 1950 en Leningrado (actual San Petersburgo). Da su primer recital importante de piano a la edad de doce años y a los dieciséis se proclama vencedor del concurso Tchaikovsky de Moscú. Desde esa fecha, en la que inició su carrera como concertista internacional, el mundo ha sido bendecido con lo que un crítico americano recientemente definió como “una clase de pianismo, musicalidad y calidad artística que uno pensaba que había desaparecido para siempre”. Apoyado a temprana edad por Emil Gilels y  destacada figura de la música desde su adolescencia, Sokolov ha adquirido un estatus casi mítico entre los melómanos y amantes del piano a través del mundo.

Muchos le consideran hoy el más importante pianista vivo del mundo. Sokolov asombra a todos una y otra vez con la enorme amplitud de su repertorio, así como con su inmensa (casi física) fuerza musical. Usando poco pedal y por consiguiente, con un espléndido  trabajo  de dedos, dibuja desde el piano de concierto una inmensa variedad de sonidos. Posee una paleta de colores ilimitada, una imaginación espontánea y un magistral dominio de la frase. Sus interpretaciones son poéticas y únicas, y su libertad rítmica así como la elasticidad de su fraseo no han sido igualadas por los pianistas de hoy.


Aquellos acostumbrados a su arte se sienten particularmente atraídos por la naturalidad de su forma de tocar, la cual es parte de su credo artístico. Mientras que su manera de tocar no traiciona la influencia de los maestros clásicos, su estilo y aproximación son enteramente personales y son completamente únicos. Cualquier cosa que Grigory Sokolov toca, sea una Pavana de William Byrd, una fantasía de Bach, una mazurca de Chopin o un preludio de Ravel, va a sonar repentinamente de una forma completamente nueva. Incluso una conocida sonata de Beethoven puede ser redescubierta como si fuese una pieza nueva.


 Pero toda esta magia tiene sus raíces terrenales: Sokolov sabe más sobre un piano Steinway que muchos técnicos del piano y antes de sentarse a tocar en un piano desconocido examina en primer lugar su mecánica interna, llevando ésta a las piezas. Está acostumbrado a estudiar muchas horas cada día, e incluso el día del concierto practica en el escenario durante horas, familiarizándose con el piano. Sokolov prefiere que sus CDs se graben en directo, lo que no sorprende, debido a que le gusta capturar los momentos “sagrados” de un concierto en directo y evitar la atmósfera estéril de un estudio.


G.Sokolov es invitado regularmente a tocar en los más prestigiosos teatros y salas de concierto y festivales de Europa. Ha tocado en Londres, París, Viena, Berlín, Madrid, Salzburgo, Munich, Roma, Nueva York y trabajado con muchos de los más importantes directores de orquesta del mundo, incluyendo Myung-Whun Chung, Valery Gergiev, Trevor Pinnock, Neeme Järvi, Herbert Blomstedt, Sakari Oramo, Alexander Lazarev, Moshe Atsmon, etcétera. Ha trabajado con orquestas que incluyen la Filarmónica de Nueva York, Sinfónica de Montreal, Filarmónica de Munich, Leipzig Gewandhaus y  Concertgebouw de Ámsterdam entre otras. 

También ha grabado una serie de CD’s en vivo para las casas  Melodya y Op.111, incluyendo obras de Bach, Beethoven, Brahms, Chopin, Rachmaninoff, Prokofiev, Schubert, Schumann, Scriabin y Tchaikovsky. Su más reciente publicación es un DVD dirigido por Bruno Monsaingeon filmando un recital de Grigory Sokolov en el Teatro de los Campos Elíseos de París.


En Asturias tendremos el privilegio de escucharle el próximo 8 de Marzo, a las 20.00 horas en el Auditorio Príncipe Felipe de Oviedo.

Para que os vayáis haciendo una idea de su maestría os dejamos el vídeo de un concierto ofrecido en 2011 donde interpreta la Overtura Francesa de J. S. Bach.


A continuación os ofrecemos un apunte de un concierto que ofreció en Chipre en el 2006, interpretando, en esta ocasión el 1º Movimiento de la Sonata "La Tempestad" de Beethoven.


7 de febrero de 2014

¡¡¡¡¡ MUCHOS ÁNIMOS Y A ESTUDIAR !!!!!

Prácticamente todos en nuestra etapa de estudiantes, en algún momento, nos hemos planteado si realmente todos los sacrificios que estamos llevando a cabo en edades muy tempranas merecen la pena. Mientras nuestros amigos están practicando fútbol, baloncesto, tenis, salen en pandilla, ven la televisión, juegan con maquinitas,… nosotros tenemos que asistir a las clases del conservatorio y, no contentos con eso, debemos dedicar un montón de horas semanales al estudio del instrumento porque en caso contrario  no tendremos un avance técnico óptimo, sin olvidarnos de compaginarlo con los estudios de primaria, secundaria o bachillerato. 
Pues hemos de deciros, que , que vale la pena tanto esfuerzo y que al final del trayecto todo conlleva un premio además de sentir, a través de la música activa, emociones positivas que producen la liberación de “endorfinas” que son las hormonas de la felicidad y, por supuesto, la satisfacción del trabajo bien hecho.

Si os gusta, ADELANTE, es la profesión más bonita del mundo. Nadie os dirá lo contrario.

Para que recordéis todos los buenos consejos que os damos los profesores, os ofrecemos, además, las recomendaciones de uno de los músicos de este tiempo que ha demostrado con creces su valía, no sólo como intérprete  sino también como pedagogo y persona, el guitarrista David Russell
Sólo debéis cambiar la palabra “guitarra” por la de “piano” y aplicar sus sabios consejos.


6 de febrero de 2014

Historia del piano. Sus antecesores: CLAVICÉMBALO... instrumento de CUERDA PULSADA

Como decíamos en una publicación anterior, además del clavicordio, uno de los antecesores de nuestro piano es el clavicémbalo o clave que junto a la espineta y el virginal se diferencian del clavicordio en la forma en que se produce el sonido.

Clavecín de P. Faby, de 1677. Expuesto en La Cité de la Musique de París




El clavicémbalo recuerda por su forma a un gran piano de concierto, aunque más estrecho. La espineta es un polígono con forma de ala y el virginal es rectangular. (La espineta y el virginal son versiones reducidas del clavicémbalo).  
Las cuerdas de alambre del clavicémbalo se extienden desde donde se sienta el intérprete, como si fuera un piano de cola, mientras que las de espinetas y virginales van de izquierda a derecha, como en el clavicordio. 
Su mecanismo básico es el siguiente: en el extremo de cada tecla hay una pieza de madera que se llama martinete, cuya parte superior está al mismo nivel de las cuerdas. Sobresaliendo del costado del martinete y descansando por debajo de las cuerdas hay una púa o plectro. Al oprimir la tecla se levantan el martinete y el plectro, que pulsa las cuerdas al pasar, produciendo el sonido. La cuerda se amortigua gracias a un pedacito de fieltro unido a la parte superior del martinete, dejando de sonar la nota. 

Espinetas del siglo XVI. La Cité de la Musique de París
 El clavicémbalo tiene con frecuencia dos y a veces hasta tres teclados. Suele poseer más de un grupo o juego de cuerdas, junto con los martinetes y plectros necesarios para hacerlas funcionar. Mediante registros o tiradores accionados con la mano o los pedales el intérprete puede usar el grupo de cuerdas que quiera o combinarlos según los necesite. Con todo ello se consigue un sonido mucho más fuerte y brillante que el del clavicordio.  De todas maneras no hay variaciones de la intensidad del sonido, al menos perceptiblemente, según sus teclas se opriman suave o fuertemente; sólo se consigue un cambio de volumen agregando registros o acoplándolos. Esta es la razón de que en las obras escritas para clavecín no encontremos indicaciones dinámicas por parte del compositor.
 Debido a sus limitaciones tímbricas, la espineta y el virginal eran básicamente instrumentos para tocar en casa.


Virginal de 1583. La Cité de la Musique de París












 El clave ha tenido un importante papel en la música académica europea desde el siglo XVI hasta el XVIII y, después, en el siglo XX, ya sea como solista, como acompañante o a solo, teniendo su edad dorada en el Barroco, para después caer en el olvido en el Romanticismo y resurgir con fuerza en el siglo XX.


Os ofrecemos unos fragmentos de cuatro Pequeños Preludio de Johann Sebastian Bach, interpretados por Gustav Leonhardt.


Ahora os presentamos una interpretación de la Toccata XVI de Sweelinck en un virginal.



Para finalizar os dejamos con el sonido de una espineta.