Dedicado a los Padres


ELIGE TU PIANO: diferencias entre teclado portátil , piano digital y piano acústico.


Estamos en el comienzo de curso y los alumnos de nuevo acceso tienen necesidad de un instrumento para poder estudiar en casa. Los padres nos plantean sus dudas sobre 
¿qué instrumento debemos adquirir?




¿CUÁNDO DEBEMOS ESTUDIAR EL INSTRUMENTO?
Dr. Noa Kageyama
Traducido por Jesús Menéndez 

Muchos nos preguntamos cuánto deberíamos estudiar cada día.
Buscamos por internet, leemos libros y entrevistas y preguntamos por ahí para descubrir cuánto tiempo estudiaban los grandes pianistas, cuánto estudian nuestros profesores y cuánto nuestros compañeros.
 Sin embargo, hay otra cuestión, quizás incluso más importante, que raramente nos preguntamos: ¿Cuándo deberíamos practicar?

La mayoría estaremos de acuerdo en que la práctica deliberada, concentrada y reflexiva representa un uso mucho más efectivo del tiempo de estudio que la descuidada, desorganizada e irreflexiva serie de repeticiones. Por supuesto, la práctica deliberada requiere la habilidad de concentrarse y pensar de una manera crítica y creativa acerca de lo que hacemos y lo que nos esforzamos en conseguir.
Es difícil hacer esto cuando estamos cansados, con sueño o bajos de energía.

Hasta el más madrugador se cansa.

Hubo una temporada en la que me levantaba a las cuatro y media de la mañana para ensayar antes de clase. Me arrastraba de la cama, me sentaba con el instrumento y frente a la partitura  practicaba escalas y otros ejercicios técnicos para calentar primero. Por supuesto, yo estaba acurrucado en mi silla, con mi mente aún bastante adormilada, y pasaba por la rutina de tocar los estudios sin prestar mucha atención a lo que estaba ocurriendo. No hace falta decir que en seguida abandone esta práctica  porque pronto pareció evidente que era una pérdida de tiempo. No estaba mejorando gran cosa con mi tiempo de estudio matutino y me encontraba tan cansado después de clase que tampoco sacaba mucho partido de mi práctica de la tarde. En ese momento, simplemente yo no estaba preparado para practicar de modo efectivo a las cuatro y media de la mañana.


El sueño es, con certeza, un factor critico para una interpretación óptima, pero este artículo no va sobre el sueño en sí mismo. Va sobre cómo comprender el horario diario de tu reloj biológico y de cómo planificar el estudio durante los momentos del día en los que estás más alerta. Va sobre comprender el reloj interno de tu cuerpo y sacarle ventaja, de manera que puedas practicar de una manera más productiva y hacer más en menos tiempo.


Nuestro reloj biológico


Cada uno de nosotros se mueve dentro de un ciclo de 24 horas (algunos estudios sugieren que debería ser más bien en torno a las 25). Los ciclos de alerta, cambios en la temperatura del cuerpo y producción de hormonas se denominan ritmos circadianos. Estos ritmos son bastante predecibles y estables siempre y cuando no los perturbemos. Las cosas se ponen un poco complicadas cuando cruzamos tramos horarios (jet lag) o si vamos a la cama y nos levantamos a horas irregulares y poco razonables. (Por esto es muy bueno escoger una hora de levantarse y acostarse y mantenerlas incluso en fines de semana.)


¿Os habéis dado cuenta de que parece haber períodos del día donde os encontráis más alerta y otros en los que tendéis a estar más atolondrados? Hacia las nueve de la noche, por ejemplo, suele ser un periodo de tiempo bastante improductivo. Incluso aunque no esté tan atontado como para ir a dormir, simplemente me cuesta más poner mi cerebro a trabajar tan duro o rápido como a otras horas del día. Sin embargo, si lo retraso a las diez y media o las once de la noche, las cosas vuelven a funcionar y consigo ser más productivo.



Dos fuerzas opuestas
Esto ocurre porque hay dos fuerzas diferentes en el trabajo. Vamos a llamarlas Dormilón y Red Bull. Dormilón está intentando constantemente hacer que te duermas, mientras Red Bull intenta mantenerte despierto. Ambos, Dormilón y Red Bull, trabajan durante todo el día, pero se muestran un poco más en momentos diferentes, dependiendo de la hora del día. Para la mayoría, Dormilón es más fuerte a mitad de tarde, mientras que Red Bull es más fuerte a media mañana y desde el final de la tarde hasta la mitad de la tarde-noche.
 

Clasifica tu día

(fuente: Power Sleep, by James Maas)

La clave es descubrir cuándo cada una de estas fuerzas opuestas es más fuerte para ti y tu conjunto de ritmos biológicos. Tómate una semana para clasificar cuándo estás más atontado y cuándo estás más alerta. Usa un gráfico similar al  que te presentamos para cada día de la semana, y combínalos en un gráfico simple cuando tengas datos suficientes para ver un diseño.




 
¡Tómate un descanso sin sentirte culpable!

Ahora que sabes cuándo tu cuerpo está preparado para practicar y cuándo no, no luches contra tu reloj biológico. Practica en momentos de alerta y haz algo diferente durante los períodos de energía baja sin sentirte culpable (tareas sencillas, recados, leer por placer, y porqué no, ¡échate una siesta!




¿Cuántas horas al día deberías practicar?

Por el Dr. Noa Kageyama
Traducido por Jesús Menéndez

¿2 horas? ¿4 horas? ¿8 horas? ¿12 horas? ¿Cuánto es suficiente?
¿Se puede llegar a practicar demasiado? ¿Hay un número óptimo de horas de práctica?
 ¿Qué dicen los grandes intérpretes?


Algunos de los grandes artistas del siglo XX han compartido sus opiniones sobre estas cuestiones. Una vez leí una entrevista con Rubinstein ( puede ser que con Horowitz – no lo recuerdo exactamente, en la que afirmó que nadie debería estudiar más de cuatro horas al día, explicando que si uno necesitaba practicar más de cuatro horas al día, probablemente no lo estuviera haciendo bien.

Otros grandes artistas han expresado sentimientos similares. Se dice del violinista Nathan Milstein que una vez preguntó a su maestro Leopold Auer cuántas horas al día debía practicar. “Si practicas solo con los dedos, no hay cantidad suficiente,”, fue la respuesta de Auer. “Si practicas con la cabeza, dos horas es bastante”.

Heifetz también indicaba que él nunca había creído en el hecho de practicar demasiado, y que” la práctica excesiva es igual de mala que practicar demasiado poco. Afirmaba que no practicaba más de tres horas como media por día y que no practicaba en absoluto los domingos. Sabéis, esto no es mala idea- uno de mis profesores, Donald Weilerstein, me sugirió una vez establecer un período de 24 horas a la semana donde no me permitiera acercarme al instrumento.

¿Qué dicen los psicólogos?

En lo que se refiere a comprender la pericia y la interpretación experta, el psicólogo Dr. K. Anders Ericsson es, quizás, la primera autoridad mundial. Su investigación es la base de la “regla de los diez años” y la “regla de las 10.000 horas” que sugiere que se necesitan al menos diez años y /o 10.000 horas de práctica “deliberada” para conseguir un nivel experto de actuación en cualquier materia dada – y en el caso de los músicos, cerca de los 25 años en lograr un nivel de elite internacional. Nótese que la clave no es la cantidad de práctica requerida sino el tipo de práctica requerida para conseguir un nivel experto de interpretación. En otras palabras, el hecho de practicar simplemente al viejo estilo no funciona.


 

Práctica inconsciente

¿Habéis escuchado alguna vez practicar a alguien? ¿Os habéis escuchado practicar? Grabaos practicando durante una hora, dad un paseo por el zona de estudio y fisgonead a vuestros compañeros, o pedid a vuestros alumnos que hagan como si estuvieran en casa y observadles practicar en una clase. ¿Qué veis?

Os daréis cuenta de que la mayoría de los colegas practican más bien sin fijarse, o bien repitiendo simplemente (“practica este pasaje diez veces” o “practica esta pieza durante 30 minutos”) o practicando “poniendo el piloto automático” (esto es cuando tocamos la pieza hasta que escuchamos algo que no nos gusta, paramos, repetimos el pasaje hasta que suene mejor y continuamos tocando la pieza hasta que oigamos lo siguiente con lo que no estemos satisfechos, repitiendo el círculo vicioso).

Hay tres problemas importantes con el método inconsciente de estudio:


1. Es una pérdida de tiempo

¿Por qué? Para empezar, se produce muy poco aprendizaje productivo cuando practicamos así. De esta manera podemos estudiar una pieza durante horas, días o semanas y veremos que no hemos avanzado demasiado. Lo que es peor, os estáis hundiendo practicando así, porque lo que produce este método es fortalecer hábitos y errores indeseables. Esto hace más difícil corregir los malos hábitos después, lo que en realidad hacéis es añadir tiempo de estudio para poder eliminar esos errores adquiridos. Una vez trabajé con un profesor de saxo que era aficionado a decirles a sus alumnos que “La práctica no hace la perfección, la práctica hace la fijación”.


2. Es tedioso y aburrido

 
Practicar inconscientemente es muy aburrido. La música puede ser una de las actividades basadas en una destreza en la que los objetivos de práctica se miden en unidades de tiempo. Todos hemos tenido profesores que nos dicen que volvamos a casa a practicar un pasaje un cierto número de veces, o practicar un cierto número de horas, ¿verdad? Lo que necesitamos realmente son objetivos más específicos respecto al resultado – tales como, “practica este pasaje hasta que suene como_______” o practica este pasaje hasta que puedas comprender cómo hacerlo sonar así ____”
 
Después de todo, realmente no importa cuánto tiempo necesitamos practicar algo, solo que sepamos cómo conseguir los resultados que queremos y hacerlo de una manera consistente, a voluntad.

 

3. Te hace más inseguro

Además, practicar de esta manera, no te crea confianza en ti mismo, porque una parte de ti se da cuenta de que no sabes cómo conseguir los resultados que estás persiguiendo. Incluso si estableces un índice elevado de éxito en los pasajes más difíciles a través de la práctica inconsciente y consigues acertar en tres o cuatro de cada cinco intentos, tu seguridad no se afianzará.

La seguridad escénica viene de:

(a) Ser capaz de hacerlo bien el cien por ciento de las veces.

(b) Saber que esto no es una coincidencia sino que lo puedes hacer bien cuando quieras.

(c) Saber precisamente porqué aciertas o fallas – es decir, saber perfectamente qué necesitas hacer desde un punto de vista técnico para tocar el pasaje correctamente todas las veces.

Puede que no seas capaz de tocar el pasaje perfectamente todas las veces al principio, pero para esto sirve la repetición, para reforzar los hábitos correctos hasta que sean más fuertes que los vicios. Es un poco como hacer crecer un bonito césped. En vez de luchar eternamente contra las malas hierbas, empleas tu tiempo en cultivar el césped, de manera que con el tiempo la hierba vaya desplazando a la maleza.

Y aquí está lo más importante: tendemos a practicar inconscientemente y entonces intentamos interpretar conscientemente, lo que no es una gran fórmula de éxito. Recuerda que: tenemos una inclinación de cambiar hacia el lado izquierdo hiperanalítico de nuestro cerebro cuando salimos al escenario. Entonces, si has practicado la mayor parte del tiempo inconscientemente, no sabes cómo tocar tu partitura perfectamente a tu voluntad. Cuando tu cerebro va de repente hacia un modo de total consciencia, terminas aterrándote, porque no sabes qué instrucciones darle a tu cerebro.


Práctica deliberada

Entonces ¿qué es la práctica deliberada o consciente? La práctica deliberada es una actividad sistemática y altamente estructurada que es, a falta de una palabra mejor, científica. En vez de un proceso inconsciente de ensayo-error es un proceso activo y meditado de experimentación con objetivos e hipótesis claros. El violinista Paul Cantor dijo una vez que la sala de práctica debería ser como un laboratorio, donde uno puede jugar libremente con ideas diferentes, tanto musicales como técnicas, para ver qué combinación de ingredientes produce el resultado que estás buscando.

La práctica deliberada es a menudo lenta y requiere la repetición de secciones pequeñas y muy específicas en vez de tocar todo de arriba a abajo (por ejemplo trabajando la nota inicial de tu solo para asegurarte de que suena exactamente como quieres, en vez de tocar la frase entera).

La práctica deliberada comprende monitorizar la interpretación de cada uno (en tiempo real, pero también mediante grabaciones), buscando continuamente nuevas maneras de mejorar. Esto quiere decir escuchar realmente lo que pasa, de tal manera que puedas decirte a ti mismo exactamente qué es lo que salió mal. Por ejemplo: ¿fue demasiado alta la primera nota? ¿baja? ¿Demasiado fuerte? ¿Demasiado suave? ¿Demasiado áspera? ¿Demasiado corta? ¿Demasiado larga?

Digamos que la nota fue demasiado alta y larga, con falta de ataque. Bien, ¿cómo fue de alta? ¿Poco? ¿Mucho? ¿Cómo se pasó de larga respecto a lo que tú querías? ¿Cuánto más ataque necesitaba?

De acuerdo, la nota fue un poco demasiado alta, un pelín larga, y requería un ataque mucho más claro para ser coherente con la articulación y dinámicas marcadas. Entonces, ¿por qué la nota salió alta? ¿Qué hiciste? ¿Qué necesitas para asegurarte de que la nota esté siempre afinada? ¿Cómo te aseguras de que la longitud es la que deseas y cómo consigues un ataque limpio y claro para empezar la nota de manera que comience en el carácter adecuado?

Ahora, imaginemos que grabaste todo esto y pudieras escuchar cómo sonó este último intento. ¿Esa combinación de ingredientes da el resultado deseado? Dicho de otra manera, ¿esa combinación de ingredientes transmite el carácter que quieres comunicar al oyente tan efectivamente como pensaste que podrías? Pocos músicos se toman el tiempo de parar, analizar qué salió mal, porqué sucedió y cómo pueden corregir el error permanentemente.

¿Cuántas horas al día debería estudiar?

Te darás cuenta de que la práctica deliberada es agotadora, debido a la tremenda cantidad de energía que se requiere para mantener los recursos de atención plena en la tarea que tenemos a mano. Practicar más de una hora a la vez no parece ser productivo y, honradamente, probablemente no es posible mental o emocionalmente. Incluso los más aplicados encontrarán difícil practicar más de cuatro horas al día.

Los estudios han variado la longitud de la práctica diaria de una a ocho horas, y los resultados sugieren que normalmente hay poco provecho en practicar más de cuatro horas al día. Los beneficios empiezan a declinar a partir de las dos horas. La clave está en mantener tus propias marcas en el nivel de concentración que seas capaz de mantener.



5 Claves para una práctica más efectiva.

1. Duración
Limita tus prácticas al tiempo que puedes mantener estando concentrado. Podría ser en períodos desde 10 ó 20 minutos para niños más pequeños, hasta 45 ó 60 para más edad.

2. Horarios
Registra los momentos del día en los que tiendes a tener más concentración. Podría ser en la primera hora de la mañana, justo antes de comer, etc. Intenta practicar en esos períodos productivos, porque en esos momentos serás capaz de concentrarte y pensar con más claridad.

3. Objetivos

Intenta usar un cuaderno de práctica. Registra tus objetivos y lo que descubras durante el estudio. La clave de ingreso en la “zona” al practicar es intentar constantemente tener claridad en la intención. En otras palabras, tener una idea clara del sonido que quieres producir, o el fraseo particular que te gustaría realizar, o la articulación específica, afinación, etcétera, que te gustaría ejecutar de una manera competente.

Cuando descubras algo, anótalo. Cuando empecé a practicar más conscientemente, empecé a aprender tanto durante la práctica que si no lo escribía todo, se me olvidaba.

4. Más eficiente, no más duro.

A veces si un pasaje en particular no sale como queremos, eso significa que necesitamos practicar más. Sin embargo, hay veces en las que no necesitamos trabajar más duramente, sino que necesitamos una técnica o una estrategia diferente.

Recuerdo mi lucha con la variación en “pizzicato” en el Capricho nº 24 de Paganini. Me estaba desmoralizando intentando hacer sonar las notas cada vez con más ganas, pero todo lo que conseguí fue que se me hincharan los dedos, incluso que un par de ellos empezasen a sangrar. Entonces me di cuenta de que tenía que buscar un modo más eficiente para conseguir mi propósito. En vez de mantener “machaconamente” una estrategia o técnica que no me estaba funcionando, me forcé a parar de practicar toda esta sección entera. Intenté buscar distintas soluciones al problema para un día y las escribí según se me iban ocurriendo. Cuando sentí que había conseguido soluciones prometedoras, empecé a experimentar. Finalmente llegué a una solución que trabajé durante la semana siguiente y entonces toqué el capricho para mi profesor y ¡me preguntó cómo había hecho para que las notas sonasen tan claramente!


5. Modelo de solución de problemas

Considera este modelo general de resolución de problemas en seis pasos resumidos debajo. ( adaptación de otros procesos de resolución de problemas online).

                   1.       Define el problema (¿Cómo quiero que esta nota/frase suene?)

                   2.       Analiza el problema (¿Qué provoca que suene así?)

               3. Identifica soluciones potenciales (¿Qué puedo cambiar para hacerlo sonar como yo quiero?)

                   4.     Analiza las soluciones potenciales para seleccionar la más efectiva (¿Qué cambios parecen funcionar mejor?)

                    5.      Aplica la mejor solución (Haz permanentes los cambios)

                    6.     Monitoriza las mejoras (¿Estos cambios siguen produciendo los resultados que busco?)


 

O, aún más simple, revisa este modelo del libro de Daniel Coyle “The talent’s code”.

1. Escoge un objetivo.

2. Alcánzalo.

3. Evalúa el recorrido entre el objetivo y su consecución.

4. Vuelve al primer paso.

No importa si hablamos de técnica perfecta o experimentando con diferentes ideas musicales. Cualquier modelo que nos ayude a obtener un pensamiento activo más sistemático y eficiente y objetivos claramente articulados nos ayudará a acabar con el tiempo inefectivo y por lo tanto perdido de práctica.

Después de todo, ¿quién quiere pasarse el día estudiando? ¡Ponte a estudiar, consigue lo que quieres y vete!




BENEFICIOS DEL ESTUDIO MUSICAL (1)

Muchos de vuestros hijos están en el Conservatorio porque un día han dicho en casa: "Mamá me gusta la música", o bien su profesor del cole os ha comentado que tiene buen sentido del ritmo o canta muy bien o, simplemente, vosotros habéis querido darle la oportunidad, que no disfrutasteis en vuestra infancia, de conocer a fondo este mundo y tocar un instrumento con determinada soltura.

Pero con lo que no contabais era con el sacrificio que se debe realizar para conseguir esa meta. Una implicación que no es solo del alumno, por las horas de estudio en casa y por la dedicación al conservatorio que debe realizar, sino también vuestro, que os corresponde facilitar, sobremanera, que todo ese tiempo se dedique a estos estudios, renunciando en ocasiones a otras actividades, quizás más placenteras para la familia.

Todo lo que conlleva un sacrificio provoca sentimientos encontrados, por lo que en numerosas ocasiones tomamos el camino más cómodo para todos y abandonamos nuestro objetivo. Por eso, a todos los que en este momento estéis pasando, o vayáis a pasar, por un debilitamiento en vuestro compromiso, os queremos contar qué grandes beneficios aporta el estudio de la música, además de la satisfacción personal.

Practicar música de forma habitual mejora las habilidades del lenguaje, la memoria, la conducta o la inteligencia espacial

La música es un creciente campo de investigación en la manera de entender los procesos mentales implicados en el comportamiento. Una investigación reciente asegura que la práctica musical se asocia con la plasticidad estructural y funcional del cerebro que, a su vez, confirma que éste puede ser modelado a través de la experiencia. Por este motivo, cada vez más especialistas recomiendan una formación musical para mejorar las habilidades lectoras y de escritura, sobre todo, en niños con dislexia.

Durante la última década se ha generalizado la investigación con músicos profesionales para el estudio de la plasticidad del cerebro. El motivo parece claro: para lograr una gran velocidad en los dedos, un músico necesita un gran entrenamiento mental. Un estudio realizado hace varios años ya concluía que un buen pianista o violinista pueden llegar a practicar 7.500 horas antes de cumplir 18 años. Los trabajos elaborados con este grupo parecen verificar los beneficios que experimenta la fisiología cerebral cuando se aprende a tocar un instrumento. Lutz Jäncke, profesor del Instituto Tecnológico de Zúrich (Suiza), ha recogido la mayor parte de los estudios realizados en la página web “Faculty of 1000″, donde más de 2.000 científicos relevantes opinan sobre la investigación científica principal.




BENEFICIOS DEL ESTUDIO MUSICAL (2)

MEJORAR LA INTELIGENCIA
Jäncke propone la música como terapia neuropsicológica, ya que mejora, sin duda, las habilidades del lenguaje, la memoria, la conducta o la inteligencia espacial (capacidad para percibir de forma detallada el mundo y formar imágenes mentales de los objetos). Esta última es fundamental para los pensamientos de la vida cotidiana, desde solucionar problemas matemáticos complejos hasta envolver el almuerzo diario.

Un estudio llevado a cabo con niños de seis años, a quienes se enseñó a tocar un instrumento durante 15 meses seguidos, demostró que, al final del entrenamiento musical, todos los menores experimentaron cambios en su anatomía cerebral. Las áreas usadas para procesar la música resultaron ser mayores y más activas. Publicado recientemente en la revista “Journal of Neuroscience”, es el primer estudio que se realiza sobre esta temática.

Las regiones afectadas empiezan a cambiar, incluso, a los pocos meses de iniciar el entrenamiento musical. Otra investigación canadiense de la Universidad McMaster, elaborada en 2006, señalaba que los cambios se comienzan a detectar a partir de los cuatro meses de enseñanza.

TERAPIA MUSICAL

Las regiones del cerebro implicadas en el procesamiento de la música también son necesarias para otras tareas, como la memoria o habilidades del lenguaje. Por tanto, “si la música tiene una fuerte influencia en la plasticidad del cerebro, es posible que este mismo efecto pueda utilizarse para mejorar el rendimiento cognitivo”, asegura Jäncke. Por este motivo, propone aprender a tocar un instrumento como terapia neurocognitiva. Uno de los estudios más importantes en este sentido lo realizó Teppo Sarkamo, neurólogo de la universidad de Helsinki, en 2008.

En él, intentó examinar si escuchar música a diario aumentaba las probabilidades de recuperar las funciones neurocognitivas y del estado de ánimo tras un accidente cerebrovascular (ictus). Los resultados mostraron una mejora significativa en la recuperación de la memoria verbal y de la capacidad de atención. También hubo una mejora sustancial del estado de ánimo. Según Jäncke, la música puede utilizarse como una herramienta no invasiva para terapias neurológicas. La formación musical, además, podría mejorar las habilidades lectoras y de escritura, más si se utiliza con niños disléxicos.



BENEFICIOS DEL ESTUDIO MUSICAL (3)

QUE DICE LA CIENCIA AL RESPECTO

Un reciente estudio ha comprobado que el ritmo musical, las melodías y la armonía musical estimulan varias áreas particulares del cerebro, lo cual sugiere que la música puede ser utilizada para ayudar en casos de problemas del habla y en varios tipos de problemas intelectuales vinculados a la vez con el cerebro y con los sonidos. Desde hace bastante tiempo los científicos están investigando de qué manera afectan la música y la armonía al desarrollo cerebral, especialmente en aquellas personas que estudian música y en las que se evidenciaron mayores interconexiones neuronales que en aquellas personas que son indiferentes a la música o que no estudian ningún instrumento musical.

“Definitivamente existe una biología de la música”, expreso recientemente el Dr. Mark Tramo de la Escuela de Medicina de la universidad de Harvard. “La música es biológicamente una parte de la vida humana tanto como lo artístico en si mismo es parte de la pasión humana.”, agrego. El Dr. Gottfried Schlaug del Centro medico Israelí de la ciudad de Boston ha reportado que el cerebelo es mas grande de lo normal en estudiantes masculinos de música clásica que en hombres que no estudian música.

El Dr. Schlaug ha utilizado equipos de resonancia magnética nuclear para comparar los cerebros de 32 instrumentistas clásicos diestros con los de otros 24 hombres también diestros que no tocaban ningún instrumento musical. El ha encontrado una diferencia del 5% en el volumen de sus cerebelos. “Encontrar evidencia como esta es muy importante. La estructura del cerebro parece adaptarse y predisponerse a la música. … Debe dejarse en claro que los músicos mencionados no han nacido con estas diferencias en comparación con las otras personas comparadas.”, aclaro en científico.

Una investigadora en neuropsiquiatría del Instituto de neurología McGill de Montreal, en Canadá, ha estudiado las respuestas emocionales a la música entre gente que ni estudia ni escucha habitualmente música. Los mapeos cerebrales mostraron que algunas partes definidas del cerebro responden especialmente a la música armónica pero no a los sonidos más brutos, vinculados a los ruidos fuertes e inarmónicos. Cuando, en el estudio mencionado, se pasaba de música placentera y armoniosa a música menos placentera y más ruidosa, las áreas mencionadas dejaban de mostrar actividad para pasar a mostrar actividad una área específica del cerebro llamada “parahipocampal Gyrus”; que es una región cerebral fuertemente asociada a la memoria, en la que, por ejemplo, se pueden observar grandes asimetrías en casos de esquizofrenia aguda.

En resumen, no caben dudas que la música puede ayudar a moldear adecuadamente nuestros cerebros. Solo es cuestión de practicarla y disfrutarla.