El pasado 7 de Noviembre, el departamento de Piano del Conservatorio, asistimos al concierto que Evgeny Kissin ofreció en el Auditorio Príncipe Felipe de Oviedo.
Fue una experiencia impresionante haber disfrutado de la grandeza de la música en las manos virtuosas de este extraordinario intérprete.
Prueba de ello ha sido la huella que dejó en nuestros alumnos , venían encantados y con ganas de volver a disfrutar una oportunidad semejante.
Uno de nuestros alumnos, Carlos Sanchís Rey-Stolle, de 3º curso de piano de enseñanzas elementales ha querido reflejar el momento en este relato.
Crónica de un concierto.
En el conservatorio había mucho revuelo y nerviosismo, se llevaba esperando su visita desde hace muchos años, y por fin se acercaba a Oviedo el pianista ruso Evgeny Kissin. El departamento de piano organizó un autobús para llevarnos al concierto. ¡Era todo un acontecimiento! Cuando llegamos al auditorio Príncipe Felipe había mucha emoción y barullo, pero al empezar el concierto todo el mundo se calló.
Cuando empezó a tocar, soñaba que yo era él. Que hacía esas escalas, esos acordes, con esos apoyos, esos pianos, esos reguladores…
El concierto comenzó con la Sonata número 17 de Schubert, para mí más desconocida, pero, tengo que reconocer, que cuanto más la escucho, más me gusta. En cada uno de los diferentes movimientos se podría decir que ocurría algo. Su carácter aparentemente optimista engaña. Transmite un sentimiento de alegría, pero que te mantiene sin embargo en una gran tensión.
La sonata es muy rápida en el ritmo. En los movimientos más animados, los temas se componen principalmente de escalas y acordes repetidos, con un final más variado.
Cuando llegó el descanso, la gente no paraba de hablar sobre su manera de tocar.
La segunda parte, con composiciones de Scriabin, me gustó aún más. Primero con los dos movimientos de la Sonata nº 2 en Sol sostenido menor op.19, luego con los Estudios Op.8.
De los estudios, me impresionó la agilidad en el desplazamiento de ambas manos, pero sobre todo de la mano izquierda (esa que tanto me cuesta en clase), y la utilización de complicadas estructuras, el ritmo agitado del 9º, que me sobrecogió y asustó –hasta sentí miedo-, culminando con el nº12 conocido como “Patético”, mi preferido, que como su nombre indica, fue conmovedor, emocionante y dramático.
Tres propinas: una Siciliana de Bach, un nuevo Estudio de Scriabin y, la Polonesa de Chopin alargaron el concierto hasta más de las diez de la noche, y consiguieron poner en pie a toda la gente en el auditorio. En su cara se notaba el enorme esfuerzo físico.
En su interpretación hace fácil lo difícil, lo que consigue que te sientas aún más admirado, y a la vez desalentado por la dificultad de las piezas interpretadas. Me hizo entender por qué Kissin para algunos críticos es sencillamente el mejor pianista del mundo.
Media hora más quedó el público en los pasillos charlando admirado, momento que aproveché junto con Gabriela y Adriana, para acercarnos al camerino para ver en persona a Kissin. Me pareció tímido pero simpático.
Tengo que agradecer el esfuerzo y la dedicación de nuestros profesores para organizar esta jornada. Sinceramente, ¡GRACIAS!
Desde este blog queremos felicitar a Carlos por su sensibilidad y agradecerle el compartir con todos nosotros su vivencia que, estoy segura, no sólo quedará un bello recuerdo sino que llevará al máximo aprovechamiento.
Situaciones y sentimientos así son las que nos motivan a los profesores a organizar eventos similares.
Para los que no habéis podido asistir y para los que sí lo hicimos, os invitamos a seguir
disfrutando de este genio con el documental-concierto "Evgeny Kissin - The Gift of Music"
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